sábado, 13 de octubre de 2012

New York, New York...


Hoy ha vuelto mi hermana de sus vacaciones románticas en Nueva York. Me han venido los recuerdos de hace un año, cuando yo tuve la oportunidad de visitar una de las ciudades más célebres y cosmopolitas del mundo. Como siempre, fui con una guía muy bien estudiada, y como es costumbre…mi soledad me acompañó (aunque no quiso quedarse y al segundo día me abandonó). Conocí gente, visité lugares y viví experiencias inolvidables. A pesar de eso, hoy he sentido nostalgia y envidia (pero envidia sana). ¿Por qué? ¿Será la compañía? ¿El dinero? ¿Las circunstancias? Quizás un poco de todo.

Nueva York. Alba Castillo

Evidentemente, hay muchos tipos de viajes (románticos, de amigos, de negocios, para aprender un idioma, turismo solitario…). Cuando fui a Nueva York sentía la necesitad de fotografiar todo lo que me rodeaba. Quizás en las fotografías se viera todo mucho más bonito de lo que era en realidad (como pasa con las películas).  A la segunda semana ya estaba saturada de esa gran ciudad, del alboroto, de la gente, del ruido, de sus costumbres, de su comida… ¡Qué estrés! Sin embargo, ahora observo mis fotografías y lo echo de menos. Supongo que suele pasar con todo.

Desde Brooklyn. Alba Castillo
Cuando me fui de Nueva York, muy contenta de volver por fin a casa, me prometí volver…Algo contradictorio. Pero no, no es contradictorio. En primer lugar, fui en verano, y me prometí volver en una de las fechas más señaladas que se puede vivir en una ciudad como esa: la Navidad, y con ella el invierno, la nieve, el ambiente navideño, el frío…No puede haber más encanto en Nueva York que vivir allí la época navideña. Por otro lado, fui sola y a aprender inglés. Me apunté en mi lista de cosas pendientes para mi futuro regresar acompañada, pero para hacer un viaje romántico. Nueva York puede cambiar mucho de ir sola visitando la ciudad con gente que has conocido hace 2 días, que con tu pareja haciendo planes románticos y haciendo todo lo que os apetezca en el momento que os apetezca. Y por último, mi economía no es que fuera muy abundante, y eso limita las cosas, teniendo en cuenta que Nueva York es una gran ciudad, con mucho que hacer, muchos sitios que visitar y para ir de compras.

Pero hablaré de mis experiencias fotográficas, de mi ojo revelador. Puedo recordar el día que visité la Estatua de la Libertad, uno de los iconos más famosos de nuestros tiempos. Indudablemente, estamos hablando de la Estatua de la Libertad, no hay más que decir. Es una visita esencial y que esperas con todas tus ansias. Estamos acostumbrados a ver este referente por la televisión, en los libros, en películas…El momento en el que tienes la oportunidad de estar en frente de algo así se hace asombroso, difícil de creer (aunque cuando te acercas vas volviendo a la realidad y te das cuenta que las cosas a veces se ponderan). Por este motivo, mi cámara fotográfica y mi dedo no podían dejar de trabajar juntos capturando desde todas las perspectivas y todos los ángulos, desde varios kilómetros de distancia hasta que llegué a su cabecita. 

Estatua de la Libertad. Alba Castillo
 Cuando llegué al hotel y mis colegas los alemanes me sugirieron ver las fotos en el ordenador, me di cuenta de que quizás me había pasado un poco fotografiando a la amiga libertad. Las fotografías no acababan. Era una progresión de capturas desde lejos pero que con cada una se iba acercando más y más a la estatua, hasta llegar a un punto en el que mi objetivo no podía llegar más cerca, a su pupila. Las perspectivas, los enfoques…Creo que no me faltó nada por fotografiar. Por esta razón, cuando empezamos a ver que eso no acababa y que no faltaba detalle por enseñar, los alemanes empezaron a bromear, se miraron, nos miramos, y a partir de ahí empezó una tarde de risas interminables de la que era difícil parar. Estuvimos diez minutos sin poder hablar, ya que la risa nos lo impedía, llorábamos desesperadamente de la risa, y dijeron que me había enamorado. 

Estatua de la Libertad. Alba Castillo
Con esto quiero decir que a veces tenemos las cosas sobrevaloradas y nos impactamos (fotográficamente hablando) ante lo que tenemos delante. Queremos sacar lo mejor y más y más para tener ese recuerdo siempre. Pero en ocasiones tres fotografías son suficientes para  quedarte con el recuerdo y tener una buena captura. Nos deslumbramos y nos quedamos ciegos. Aún así, tengo que decir que estoy muy contenta con todas las fotografías que guardo de ese día.

Central Park. Alba Castillo
Mi ojo revelador en Central Park: En un lugar tan apartado del ruido, lo que puedes ver es sencillamente a gente que disfruta de esa tranquilidad. Por eso, lo que apetece fotografiar de ese lugar es la paz, la serenidad, el sosiego… ¿Cómo? Ya no sólo es el encanto de lo “verde”, algo mágico en una ciudad industrial, sino más importante: la gente. Las personas van a disfrutar de algo que no les permite la Gran Manzana, y es un gusto poder fotografiar esas esencias, además de la naturaleza y el aire fresco que te blinda el lugar. Un paraíso dentro de un caos.
Músico en Central Park. Alba Castillo
 
Times Square. Este reflejo constante de luces e iconos tiene un toque de encanto para la fotografía. Fotografiar luces, colores, destellos… Algo que te da mil opciones para experimentar y trastear con la cámara, y que además permite resultados asombrosos. Esto lo demuestran todas las fotografías de la Historia. Times Square y los taxis amarillos son otros de los principales iconos de Manhattan y también los más fotografiados. 

Times Square. Alba Castillo

Desde el Empire State Building. Alba Castillo
Los rascacielos. No podemos irnos de Nueva York sin fotografiar esos altos y rectilíneos edificios que desean llegar al cielo con sus múltiples pisos (una arquitectura de la segunda ola).  Para mi, las mejores fotografías que pude sacar de Nueva York fueron las vistas nocturnas que me permitió el Empire State Building desde su más alta visión. La perspectiva de Nueva York desde lo alto del emblemático edificio de King Kong es asombrosa. No son solo las luces de la ciudad, es un encanto que va más allá, que nos demuestra de lo que es capaz de construir el Hombre. 


Nueva York desde el Empire State Building. Alba Castillo
Luces de Manhattan desde Brooklyn. Alba Castillo

Brooklyn. Además de fotografiar sus calles y sus vecindarios, la vista que te ofrece este barrio de Manhattan es también digno de archivar. Estás fuera del bullicio central de la ciudad, pero puedes seguir disfrutando de sus vistas.

Y además de todo esto, la Gran Manzana ofrece muchísimas alternativas, más allá de lo típico. No hay por qué ilustrar los famosos iconos de una gran famosa ciudad. Dejemos también sitio para aquellos lugares más olvidados, los rincones más lejanos y desprovistos. Demos rienda suelta a la imaginación, porque incluso podemos llegar a conseguir resultados mucho mejores y originales. Por lo pronto os dejo con estas experiencias de mi ojo revelador, y quién sabe si en un futuro podré dotar a este blog de mis vivencias y fotografías de un Nueva York navideño…

Nueva York. Alba Castillo
Times Square. Alba Castillo

Central Park. Alba Castillo

Central Park. Alba Castillo

2 comentarios:

  1. Alba quiero ser tu acompañante en tú próximo viaje, jeje. Cada ojo revelador que veo me anima más a viajar y compartir tus experiencias.

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  2. Es cierto que Nueva York tiene esa parte contradictoria de la que hablas: Cuando llevas alli varios días quieres salir pitando,pero cuando de vas no sabes porqué razón te gustaría volver. Es una ciudad increíble a nivel estético pero que cuesta llegar a su interior tan misterioso y complejo...porque Nueva york es una ciudad única e irrepetible que sólo un ojo que ve más allá de la superficie puede captar. Felicidades

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